Hasta ahora se creia que las células del intestino eran únicamente víctimas colaterales de la enfermedad celíaca; sin embargo, un nuevo estudio ha demostrado que en realidad tienen un papel protagonista a la hora de activar la respuesta inmunitaria al gluten.
La enfermedad celíaca es una en la que el sistema inmunitario reacciona de forma exagerada ante el gluten, con el resultado de un daño progresivo del intestino delgado, que interfiere con la absorción de nutrientes y puede provocar síntomas como diarrea, dolor abdominal, fatiga, pérdida de peso o incluso anemia. Aunque se sabía que esta reacción dependía en parte de la genética, ya que el 90 % de los pacientes celíacos tienen una variante del gen HLA-DQ2.5, no estaba claro qué eslabón de la cadena inmunológica se activaba primero.
Ahora, un equipo internacional liderado por la Universidad McMaster (Canadá) ha revelado que las propias células que recubren el intestino no solo se ven afectadas, sino que inician la respuesta al gluten.
La investigación, publicada en la revista Gastroenterology, muestra cómo las células epiteliales intestinales presentan fragmentos de gluten a los linfocitos T, las células inmunitarias que coordinan el ataque. Este hallazgo cambia por completo el enfoque sobre cómo se origina la enfermedad celíaca y abre nuevas puertas al desarrollo de tratamientos más efectivos.
De esta manera, ahora se sabe que el intestino no solo sufre, sino que es el iniciador clave de la reacción al gluten en los celíacos, ya que sus células pueden presentar fragmentos de gluten directamente en el sistema inmunitario, desencadenando la enfermedad celíaca.
En este sentido, la gastroenteróloga y autora del estudio, Elena Verdu, ha explicado que "la única forma en que podemos tratar la enfermedad celíaca hoy en día es eliminando por completo el gluten de la dieta", para añadir que "esto es difícil de hacer, y los expertos están de acuerdo en que una dieta sin gluten es insuficiente".
Uno de los hallazgos más novedosos del estudio fue la influencia de ciertas bacterias intestinales en la intensidad de la reacción al gluten. En particular, los investigadores analizaron el efecto de la enzima elastasa producida por la bacteria pseudomonas aeruginosa, conocida por estar presente en episodios inflamatorios intestinales. Cuando el gluten era predigerido por esta enzima bacteriana antes de entrar en contacto con las células epiteliales, la activación de los linfocitos T era aún mayor, algo que no ocurría si se utilizaba una cepa mutante de la bacteria sin capacidad de producir elastasa.
Estos resultados indican que las bacterias podrían aumentar la "visibilidad" del gluten ante el sistema inmunitario, exacerbando la respuesta autoinmune, y ponen de relieve la compleja interacción entre el sistema inmunitario, la microbiota intestinal y el epitelio del intestino, al tiempo que sugiere que tratar la enfermedad celíaca podría requerir una mirada más amplia, que incluya no solo la dieta, sino también el entorno microbiano intestinal.
Los científicos trabajaron con organoides intestinales procedentes de ratones transgénicos que expresan el gen humano HLA-DQ2.5, un gen que permite a ciertas proteínas inmunitarias mostrar fragmentos de gluten a las células T. Hasta ahora, se creía que solo células especializadas del sistema inmunitario realizaban esta tarea, pero los resultados fueron contundentes al concluir que las células del epitelio intestinal también eran capaces de expresar MHCII, sobre todo cuando estaban en presencia de la citocina interferón gamma (IFN-γ), un mensajero químico relacionado con la inflamación.
Así las cosas, cuando se colocaron fragmentos de gluten junto con estas células intestinales y linfocitos CD4+, los linfocitos comenzaron a proliferar, activarse y liberar señales inflamatorias como interleucina-2, IFN-γ e interleucina-15. Es decir, el intestino actuaba como el detonador de la respuesta inmunitaria.
Gracias a este estudio, se abre una nueva vía de tratamiento que no se basa en atacar al gluten, sino en modular la forma en que el intestino reacciona a él, de manera que si se logra interferir con la capacidad de las células epiteliales de presentar fragmentos de gluten a las células T, podría reducirse o incluso evitarse la activación inmunitaria sin necesidad de eliminar el gluten por completo.
Este enfoque podría combinarse con estrategias para modificar la microbiota intestinal, disminuyendo la actividad de las bacterias que potencian la respuesta inmunitaria, al tiempo que se podrían diseñar fármacos que bloqueen los receptores HLA-DQ2.5 en las células epiteliales, neutralizando el "aviso" que se envía al sistema inmunitario.
El estudio también refuerza la idea de que tener los genes de riesgo no es suficiente para desarrollar la enfermedad celíaca. De hecho, muchas personas con estos genes nunca llegan a desarrollar síntomas.
El hallazgo de que las propias células intestinales pueden desempeñar un rol activo ayuda a comprender por qué algunas personas desarrollan la enfermedad y otras no, a pesar de compartir predisposición genética, al tiempo que aporta nuevas herramientas para predecir el riesgo en familiares de pacientes celíacos y plantea la posibilidad de estrategias preventivas.
Aunque este estudio se ha realizado en modelos animales y organoides, los hallazgos tienen un alto potencial de trasladarse a la medicina clínica, ya que conocer los mecanismos exactos que inician la respuesta inmunitaria permitirá diseñar terapias dirigidas más eficaces y menos invasivas que la dieta sin gluten.