Una intolerancia al gluten no diagnosticada o una dieta sin gluten irregular no solo afecta al sistema digestivo, sino que ademas puede pasar factura a tus ojos, provocando desde sequedad ocular hasta inflamaciones oculares graves. Por este motivo la relación entre celiaquía y visión merece toda la atención.
La enfermedad celíaca, comúnmente asociada a síntomas digestivos, tiene repercusiones que van más allá del sistema gastrointestinal, de manera que cuando el intestino dañado impide absorber adecuadamente nutrientes esenciales como las vitaminas A, D y E, el zinc o el ácido fólico, las consecuencias pueden trasladarse a la salud ocular en forma de ojo seco, mayor susceptibilidad a cataratas, pérdida de visión nocturna o incluso úlceras corneales en casos graves.
Estas deficiencias nutricionales son especialmente problemáticas en personas que aún no han sido diagnosticadas o que, aun habiendo sido diagnosticadas, no siguen estrictamente una dieta sin gluten.
El caso es que el consumo continuado de gluten lesiona la mucosa intestinal, compromete la absorción de nutrientes y genera inflamación sistémica, factores clave detrás de problemas como el ojo seco o la aparición temprana de cataratas. A esto se suma un componente autoinmune, ya que la celiaquía suele coexistir con otras enfermedades inflamatorias que afectan los ojos, tales como uveítis (inflamación de la capa media del ojo), escleritis (inflamación del globo ocular) o orbitopatía tiroidea, alteraciones que, aunque menos frecuentes, pueden derivar en dolor ocular intenso, sensibilidad a la luz o visión borrosa si no se tratan correctamente.
También se producen manifestaciones menos conocidas pero igualmente relevantes, de manera que algunos estudios han asociado la enfermedad celíaca con neuropatía óptica (daño al nervio óptico) y, en casos muy raros, incluso con alteraciones neurológicas como calcificaciones en la región occipital del cerebro, responsables de pérdida de visión central.
La buena noticia es que muchas de estas complicaciones son prevenibles o mejoran significativamente si el diagnóstico se realiza a tiempo y se instaura una dieta estricta sin gluten.
Esta dieta no solo detiene el daño intestinal, sino que favorece la recuperación de la absorción de nutrientes esenciales y reduce la inflamación sistémica que afecta a los ojos. Por todo ello, el diagnóstico precoz de la celiaquía y un abordaje multidisciplinar que incluya revisiones oftalmológicas periódicas, se vuelven imprescindibles.
Estos pasos permiten detectar a tiempo signos visuales como sequedad, visión borrosa o fotofobia, y actuar antes de que se instalen daños irreversibles.