Los pequeños paraísos gastronómicos no están al borde de las autopistas, como lo demuestran los conocidos chigres asturianos, los cuales cuentan con una merecida fama de buen yantar en aquella tierra.
Es el caso del mesón conocido como Pepito, ubicado en una casa familiar de Carcéu, antaño dedicada a la ganadería. Pepito y Conchi, su mujer, que es quien manda en los fogones, regentaron durante nueve años El Varadero, en Ribadesella, hasta que decidieron aventurarse en la apertura de este local que se ha convertido en una tentación para aquellos que quieren comer bien en un entorno paisajístico especial... y además, en una estupenda alternativa para los celíacos que quieran disfrutar de una cocina tradicional asturiana elaborada sin gluten.
Cuenta La Nueva España que la magia de este sitio no está solo en la enorme bruja que saluda al comensal desde una esquina del local, ni en un Mago Merlín perfectamente adaptado a un comedor; sino que lo que hace de este mesón un lugar imprescindible en la agenda de todo caleyero gastronómico, es la buena cocina casera que sale de las expertas manos de Conchi Carriles.
Destaca el plato rey, el más solicitado: el cachopo relleno de setas, jamón serrano, queso y pimientos del piquillo, seguido muy de cerca por la fabada asturiana, el pote, el cabrito guisado y el pitu de caleya, todo servido de forma abundante.
Otros platos son los tortos con huevos y picadillo; la sartén del probe, la ensalada templada, la sopa de hígado en temporada, sus callos caseros y, por encargo, un buen arroz con pitu, fabas con mariscu y paella de mariscu. En cuanto a postres, la más reclamada es la tarta de la abuela, seguida de la de queso, la de pan y la tarta de frutas.
Pescados no hay, salvo que se pida por encargo; pero a cambio cuentan con abundantes opciones de comida para vegetarianos y para celíacos.
Otro punto a tener en cuenta es la atención basada en la cordialidad y mimo que no han perdido ni Pepito, gran conversador tras la barra del chigre, ni su hija, Conchi González, en el comedor.