Pablo Montes y Álvaro Montes, codirectores del documental Vientres de arena, están a un paso de alzarse con un Premio Goya gracias a una obra que pone el foco en una de las caras menos visibles del conflicto saharaui: las dificultades de los celíacos en este territorio.

 

Ambos codirectores han sido preseleccionados en la categoría de Mejor Cortometraje Documental en la 40 edición de los Premios Goya, una lista que reúne los trabajos más destacados del año en el formato corto.

La cinta, que contará con un pase especial en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de Granada el próximo día 16, devuelve la historia a la tierra de uno de sus autores y refuerza el vínculo entre creación cinematográfica y compromiso periodístico.

La denuncia Vientres de arena se adentra en la vida de las personas celíacas que sobreviven en los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf (Argelia), un entorno marcado por la escasez extrema y la dependencia casi absoluta de la ayuda humanitaria internacional.

En estos campamentos, donde viven desde hace casi cinco décadas más de 170.000 personas, la alimentación básica distribuida: harina, sémola, pasta y otros productos derivados del trigo, resulta incompatible con la celiaquía, una enfermedad autoinmune que obliga a eliminar el gluten de la dieta.

El documental muestra cómo, en este contexto, la enfermedad se convierte en una condena añadida, ya que no solo no existen productos específicos suficientes, sino que la contaminación cruzada hace que incluso los alimentos teóricamente seguros puedan resultar perjudiciales.

La película plantea una pregunta incómoda que pasa por saber qué ocurre cuando la ayuda humanitaria estándar no sirve para todos.

La historia que retrata el cortometraje no puede entenderse sin el conflicto del Sáhara Occidental, una de las descolonizaciones inconclusas más prolongadas del siglo XX. El territorio fue colonia española hasta 1975 y, pese a que la ONU reconocía el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación, España se retiró sin organizar el referéndum prometido.

Tras la llamada Marcha Verde y los Acuerdos de Madrid, Marruecos y Mauritania ocuparon el territorio, provocando el éxodo de decenas de miles de saharauis hacia Argelia. Desde entonces, una parte importante de la población vive en los campamentos de Tinduf, en un exilio que se ha vuelto permanente.

Aunque en 1991 se firmó un alto el fuego con la promesa de una consulta que nunca llegó a celebrarse, la situación política permanece bloqueada y el tiempo ha convertido la provisionalidad en rutina.

En este marco histórico, Vientres de arena introduce una mirada concreta y profundamente humana: la de quienes, además de ser refugiados, padecen una enfermedad crónica que apenas aparece en los planes de ayuda.

El documental no se limita a denunciar la carencia de alimentos sin gluten, sino que revela cómo la salud, la nutrición y la dignidad se entrecruzan en un entorno donde elegir qué comer no es una opción.

Su recorrido por festivales y su inclusión en la preselección de los Goya han situado este documental en el centro de un debate más amplio sobre el papel del cine documental como herramienta de visibilización y denuncia.

El proyecto está codirigido por Pablo Montes, nacido en Granada en 1995 y criado entre Úbeda y Baeza, donde comenzó a hacer radio con solo 14 años. Graduado en Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid y con un Máster en Justicia Criminal, Montes ha trabajado en los servicios informativos de la Cadena SER en Madrid y Andalucía. En los últimos años ha fundado la productora Cárabo Producciones, desde la que ha dirigido documentales como Sobre vivir.

Por su parte, Álvaro Montes es graduado en Antropología por la Universidad de Granada, y es además actor, doblador y guionista, funciones desde las que ha colaborado con su hermano en varios proyectos documentales.

La presencia de Vientres de arena en la carrera hacia los Goya no solo supone un reconocimiento al trabajo de sus creadores, sino también a un tipo de documental que pone el foco en los márgenes, en aquello que suele quedar fuera del encuadre mediático. En un año especialmente competitivo para el cortometraje español, la historia de los celíacos saharauis llega así a uno de los escaparates más importantes del cine nacional.

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